septiembre 21, 2008

Narcos mexicanos,
el fantasma que desembarcó en Argentina

23/08/2008. Buenos Aires.- En una localidad de nombre envidiable, donde los vecinos se saludan y dejan las puertas de sus casas abiertas, la intranquilidad nacional también se metió sin pedir permiso. Pilar Citlali recién había estrenado el uniforme del colegio cuando recibió dos balazos de presuntos sicarios del narcotráfico. Al filo de una carretera del poblado El Paraíso, en la costa de Tabasco, su cuerpo y el de su madre fueron abandonados en el auto familiar, era la noche del jueves 26 de junio. La pequeña era hija de un importante funcionario público de la zona, y apenas cumpliría 7 años en octubre. El paraíso trasmutó al infierno.

Por mucho tiempo México tuvo un poco de paz. Asesinatos siempre hubo, pero hace dos años todavía era tierra transitable, de gente menos miedosa y de panteones con más muertos por causa natural que por ejecuciones. Ya no es así. El narcotráfico mexicano es un demonio de mil cabezas que al combate responde con más hostilidad, más fuerza, más sangre, más violencia; sin reglas y sin gota de piedad.

Pilar Citlali es una de las tantas escenas de saña, un nombre rescatado de las frías cifras, los muertos de cada día que hacen escalada en México. Tan sólo este jueves, hubo seis fallecidos, cuatro eran policías. Estadísticas del diario Reforma señalan que en 2006 sumaron 2.120 ejecuciones relacionadas con el crimen organizado; 2.275 en 2007; y en lo que va del 2008, ya son 2.661. Del total, unos 40 son niños y 450, policías. Y como si Ciudad Juárez no tuviera ya con el entramado de las mujeres asesinadas “misteriosamente”, 653 personas –familias enteras– han sido acribilladas en los últimos 8 meses en esta batalla donde los zares de la droga buscan sobrevivir, crecer y quedarse con más territorio: todo junto.

México es el segundo productor regional de amapola, marihuana y heroína, además es el paso obligado para el trasiego del 70 al 75% de la cocaína que llega desde Sudamérica (Colombia, especialmente) hacia los Estados Unidos. En el seno del país azteca se asientan decenas de cárteles, pero cinco serían los más importantes de acuerdo con su poder de organización, el entrenamiento de sus integrantes, su penetración en las instituciones del Estado, sus alianzas y las cantidades de droga que circulan –cocaína, marihuana, amapola o drogas sintéticas como la metanfetamina.


El cártel de Sinaloa. Opera en toda el área del océano Pacífico, son los que más redes tienen con los narcotraficantes colombianos para el traslado de la droga a los Estados Unidos. Su líder es Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera. Escapó de la prisión federal de alta seguridad en Puente Grande, Jalisco, en el 2001, días antes de que aprobarán una ley que permitiría su extradición al país vecino del norte. Su cártel domina desde Guatemala por todo el Pacífico hasta llegar a Sinaloa, Sonora y Baja California. Es uno de los grupos que más control tienen del paso de las drogas sintéticas. Junto con los hermanos Beltrán Leyva y el cártel de Juárez formaron una alianza que se denomina “La Federación”, pero el pacto terminó hace unas semanas y la violencia se tornó mucho peor.

El cártel del Golfo. Después de la muerte del capo Juan García Abrego, Osiel Cárdenas Guillén se quedó con la plaza para convertirse en el bloque más sanguinario y violento. Bajo sus órdenes dictadas desde la prisión, contrató a decenas de ex integrantes del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales del ejército mexicano militares que se cruzaron la línea del bando de los “buenos” al del crimen. Entrenados para matar, robar, secuestrar y realizar operaciones de espionaje, estos sicarios son el brazo armado del cártel. Con las fracciones de “La Federación” Osiel gana porque los Beltrán Leyva se le asociaron.

El cártel de Juárez. Amado Carrillo Fuentes, “El Señor de los Cielos” murió en julio de 1997, sin embargo su organización sigue. Este cártel logró lavar unos 130 millones de dólares en Argentina antes de la muerte de su patrón y según la Justicia, tuvo que ver con la muerte de María Marta García Belsunce. Al frente está Vicente Carrillo, quien también rompió acuerdos con el cártel de Sinaloa.

El grupo de los hermanos Beltrán Leyva. Según los informes de la DEA, después del resquebrajamiento con el cártel de Sinaloa, la familia de narcotraficantes ya comenzó a disputarle 11 estados mexicanos con trabajos sobre todo de lavado de dinero y “compra” de policías y funcionarios públicos en Sonora, Chihuahua, Durango, Jalisco y Nayarit. La Justicia indicó que Edgar Valdés Villarreal, “La Barbie”, jefe de sicarios de Nuevo León y Tamaulipas, estaría reclutando maras salvatruchas para fortalecer su ejército e ir también en contra del “Chapo”.

El cártel de Tijuana. Los hermanos Arellano Félix son las cabezas de esta organización que se disputa más el terreno con el cártel del Golfo que con ninguno. Ramón, uno de líderes, murió en un enfrentamiento con la policía de Sinaloa, y Benjamín y Francisco Rafael están presos y desde ahí controlan la red.


(Ver aquí la nota publicada en el diario PERFIL)

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